Mañana ridicula.

Era una mañana ridícula, como todas mis mañanas.
Recién despierto con los pies descalzos, medio weon y chocando con todo lo que hubiera a mi paso (o sea, todo).


El agua hervía mientras los últimos dos panes se calentaban el tostador.
Un amigo decía que en la vida había que aprender a no hacer las estupideces muy seguidas.Es decir, si uno va a hacer una estupidez, es mejor ir separándolas por un periodo mas o menos largo de tiempo.Uno puede ir acumulando tiempo para hacer algo realmente grande.
Una vez pase tres semanas sin hacer nada estúpido. Y al poco tiempo después me diagnosticaron diabetes .

Sonó el teléfono y eras tu.
Me senté de un salto en el sillón.
Hablamos algunas tonteras y de lo poco que nos queríamos:

-Tengo que hablar contigo, ¿juntémonos mas rato? – me pregunto ella
-Ya estamos hablando, podemos hacerlo por teléfono
-No me gusta hablar así, es muy impersonal
-Entonces llámame al celular- le dije con ironía
-No seas tonto
-No creo que pueda tengo prueba mañana -mentí
-Pero igual no vas a estudiar-dijo ella
-Pero tengo la opción de hacerlo por ultimo.
-Si no quieres verme dímelo no más
-Melo no más
-Andate a la chucha
-Eso es lo que quiero.

Colgó el teléfono y yo me pare del sillón.
Llegue a la cocina pensativo.

Me di cuenta de que estaba mas solo que antes y que mi pan tostado estaba quemado.
A veces suelo hacer este tipo de estupideces pese a que no quiero.


Pero siempre tengo que cubrir mi cuota de estupidez,si no lo hago yo quien lo hace?